Este artículo lo escribió Angeles para la revista Parkinson Málaga. En él relata sus inicios con esta enfermedad y como descubrió la existencia de la Asociación Parkinson de Málaga., en la que desde un principio se ha sentido querida y arropada. Este tipo de Asociaciones están realizando una labor muy importante en nuestra sociedad y nos vienen a enseñar que no debemos de estar esperando que las intituciones oficiales se hagan caso de nuestros problemas. Si existe un vacío, nosotros debemos de llenarlo, con nuestro trabajo y nuestro esfuerzo. Tenemos que aprender a ser más activos.
UN DIA DE 2001
Por: M.ª Angeles Gómez Fernández
Por: M.ª Angeles Gómez Fernández
Era verano, después de ir a varias consultas de especialistas que no me diagnosticaban nada, me fui a un Neurólogo, que nada más verme, me dijo, sin más, Señora, tiene la enfermedad de Parkinson. Recuerdo que me quedé muda, solo me salían lágrimas y no articulaba palabra alguna. Salí de la consulta como flotando y sin poder hablar ni una palabra, al llegar a casa descolgué el teléfono y llamé a mi familia, poniéndolos al corriente de todo, creo que me quedé más tranquila.
Mi familia empezó a investigar, Neurólogos, información sobre la enfermedad, les pasaron todo a mi Marido e hijos, pero yo a los pocos días di con todo y pronto me enteré de lo que iba el tema, pensando mucho, llegue a la conclusión de que llorar no me ayudaría a nada.
Me puse en manos de un Neurólogo de Granada, pues yo soy de allí aunque vivo en Málaga, y la verdad dí con un buen profesional que me llevó bastante bien.
Estos años han sido para mí bastante duros, pero nunca he perdido la alegría y he luchado día a día para mantenerme activa y fuerte. Este último año después de pensarlo mucho, pues día a día te vas notando un poco peor, me decidí ir a la Asociación Parkinson de Málaga, iba un poco asustada, pero al llegar allí, algo en mí me dijo que había hecho bien. El primero en salir a darme la bienvenida fue Antonio Gutiérrez, porte de Señor de los que ya no quedan y así uno por uno. Me sentí como en casa, como si los conociera de toda la vida, pues todos fueron cariñosos conmigo y me dieron mucho animo, creo que mejoré bastante y cuando me voy por algún tiempo a Granada los echo de menos, como si de mi familia se tratara, son todos estupendos y os quiero un montón.
Por eso aconsejo a todo el que tenga ese problema, que no dude en ir a las Asociaciones, creo que el buen rollo y el compartir con otros el mismo problema te ayuda más que las puñeteras pastillas. Esto que me pasa, me hace pensar bastante en las personas que viven en zonas rurales y que no tienen la suerte que tengo yo, el tener la Asociación tan cerca.
De hecho, conozco en mi pueblo a una Señora, su nombre es María. Lleva unos tres años con la enfermedad, pero tiene la desgracia de vivir en un pueblo y no tiene la posibilidad de poder ir a ninguna Asociación, ni tener los cuidados ni el apoyo que nosotros tenemos, ya que, el pueblo ( que por cierto es muy bonito, pues es el mío) está a 50 kilómetros de Granada. Siempre que voy por allí, me acerco le llevo libros y le doy consejos, le enseño algunos ejercicios para ver si se mejora, pero María está muy mal, la enfermedad le avanza a pasos de gigante y yo me pegunto. ¿No se podría hacer algo por estas personas?, pues con una visita al Medico cada cierto tiempo, creo que no es todo, hacen falta profesionales que nos entiendan, nos den ánimos y nos traten como es debido y no estemos como muebles apartados en los pueblos sin apoyo de profesionales, esperando a quedar en una silla de ruedas.
LA PEZA (Granada)
Mi familia empezó a investigar, Neurólogos, información sobre la enfermedad, les pasaron todo a mi Marido e hijos, pero yo a los pocos días di con todo y pronto me enteré de lo que iba el tema, pensando mucho, llegue a la conclusión de que llorar no me ayudaría a nada.
Me puse en manos de un Neurólogo de Granada, pues yo soy de allí aunque vivo en Málaga, y la verdad dí con un buen profesional que me llevó bastante bien.
Estos años han sido para mí bastante duros, pero nunca he perdido la alegría y he luchado día a día para mantenerme activa y fuerte. Este último año después de pensarlo mucho, pues día a día te vas notando un poco peor, me decidí ir a la Asociación Parkinson de Málaga, iba un poco asustada, pero al llegar allí, algo en mí me dijo que había hecho bien. El primero en salir a darme la bienvenida fue Antonio Gutiérrez, porte de Señor de los que ya no quedan y así uno por uno. Me sentí como en casa, como si los conociera de toda la vida, pues todos fueron cariñosos conmigo y me dieron mucho animo, creo que mejoré bastante y cuando me voy por algún tiempo a Granada los echo de menos, como si de mi familia se tratara, son todos estupendos y os quiero un montón.
Por eso aconsejo a todo el que tenga ese problema, que no dude en ir a las Asociaciones, creo que el buen rollo y el compartir con otros el mismo problema te ayuda más que las puñeteras pastillas. Esto que me pasa, me hace pensar bastante en las personas que viven en zonas rurales y que no tienen la suerte que tengo yo, el tener la Asociación tan cerca.
De hecho, conozco en mi pueblo a una Señora, su nombre es María. Lleva unos tres años con la enfermedad, pero tiene la desgracia de vivir en un pueblo y no tiene la posibilidad de poder ir a ninguna Asociación, ni tener los cuidados ni el apoyo que nosotros tenemos, ya que, el pueblo ( que por cierto es muy bonito, pues es el mío) está a 50 kilómetros de Granada. Siempre que voy por allí, me acerco le llevo libros y le doy consejos, le enseño algunos ejercicios para ver si se mejora, pero María está muy mal, la enfermedad le avanza a pasos de gigante y yo me pegunto. ¿No se podría hacer algo por estas personas?, pues con una visita al Medico cada cierto tiempo, creo que no es todo, hacen falta profesionales que nos entiendan, nos den ánimos y nos traten como es debido y no estemos como muebles apartados en los pueblos sin apoyo de profesionales, esperando a quedar en una silla de ruedas.
LA PEZA (Granada)
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